Tipos de discriminación

27.04.2011 00:36

 

La discriminación por motivos de sexo constituye con mucho la forma más extendida, y las mujeres representan claramente el grupo más numeroso objeto de discriminación. Aunque aumenta el número de mujeres que trabajan, además del "techo de cristal", la "brecha salarial" entre mujeres y hombres sigue siendo significativa en la mayoría de los países. Asimismo, es más habitual encontrar a mujeres en los empleos peor retribuidos y menos seguros. Además, se enfrentan a tasas de desempleo superiores.

Los casos de discriminación pueden producirse en cada una de las etapas del empleo, desde la contratación, a la formación y la remuneración, pasando por la segregación profesional y el momento de la terminación de la relación laboral.

Al igual que el resto de las formas de discriminación, la de carácter racial persiste y afecta a migrantes, minorías étnicas, poblaciones indígenas y tribales y otros grupos vulnerables. La intensificación de la migración internacional ha alterado significativamente las pautas de discriminación racial contra los trabajadores migrantes, las segundas y terceras generaciones de migrantes y los ciudadanos extranjeros. La percepción de estos trabajadores como extranjeros, incluso cuando no lo son, puede dar lugar a discriminación contra ellos.

La discriminación contra las personas afectadas por el VIH/SIDA constituye igualmente un motivo de preocupación creciente, sobre todo en el caso de las mujeres. Este tipo de discriminación puede adoptar numerosas formas, incluidas la exigencia de realizar pruebas previas al empleo que pueden dar lugar a una negativa a la contratación, y, en algunos países, la imposición de pruebas obligatorias a los trabajadores migrantes. Otras modalidades de discriminación comprenden el despido sin pruebas médicas, notificación o entrevista, el descenso de categoría profesional, la denegación de prestaciones del seguro de enfermedad, las reducciones salariales o el acoso.

Es probable que el número de personas con discapacidad, que actualmente oscila entre el 7 % y el 10 % de la población mundial, crecerá a consecuencia del envejecimiento demográfico. La mayoría de los discapacitados vive en los países en desarrollo, y las tasas de discapacidad parecen ser más altas en las zonas rurales que en las urbanas. La forma más habitual de discriminación consiste en la negación de oportunidades, tanto en el mercado de trabajo como en el ámbito de la educación y la formación. Las tasas de desempleo para personas con discapacidades alcanzan el 80% o porcentajes superiores en numerosos países en desarrollo. Los miembros de este colectivo suelen verse atrapados en empleos con bajos ingresos, poco cualificados y con una protección social escasa o nula.

Durante la última década, parece haber aumentado la discriminación basada en la religión. El actual clima político internacional ha contribuido a exacerbar sentimientos de temor mutuo y discriminación entre los distintos grupos religiosos, amenazando con desestabilizar las sociedades y generar violencia. La discriminación religiosa puede aludir a la conducta ofensiva de compañeros o directivos hacia miembros de minorías religiosas, la falta de respeto por las costumbres religiosas y la ignorancia de éstas; la obligación de trabajar en días festivos o feriados religiosos, la falta de neutralidad en las prácticas de contratación y de promoción profesional, la denegación de permisos para actividades empresariales; y la falta de respeto por las normas sobre vestimenta.

Crece igualmente la preocupación en cuanto a la discriminación por motivos de edad. Hacia 2050, el 33% de la población de los países desarrollados, y el 19% de la de los países en desarrollo tendrá 60 años o más, y la mayoría de los integrantes de este grupo estará compuesta por mujeres. La discriminación puede ser manifiesta, como la imposición de límites de edad para la contratación, o bien adquirir formas más sutiles, como la que consiste en alegar carencia de potencial profesional o un exceso de experiencia para rechazar candidatos. Entre otras formas de discriminación se cuenta el acceso limitado a la formación y la existencia de condiciones que obligan prácticamente a optar por la jubilación anticipada. La discriminación por motivos de edad no se limita a los trabajadores que se acercan a su jubilación.

Muchas personas son víctimas de una "discriminación múltiple". Por ejemplo, los pueblos indígenas y tribales se encuentran entre los más desfavorecidos entre los pobres, y las mujeres de estos grupos se enfrentan incluso a situaciones de mayor dificultad. La intensidad o la gravedad de las desventajas que pueden afrontar dependen del número de características personales que suscitan discriminación, así como de la manera en que éstas actúan entre sí. Por ejemplo, una persona puede reunir varias características que dan lugar a discriminación. Las víctimas de varias formas de discriminación suelen abundar entre los pobres, y en particular entre aquéllos que sufren una pobreza crónica, así como en el ámbito de la economía no estructurada.

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