Diario de la calle

26.04.2011 17:31

 

Sinopsis. A sus 23 años, todavía con aspecto de estudiante, la idealista Erin Gruwell (Hilary Swank) hija de un activista de los Derechos Humanos que de pequeña había querido ser abogada para defender a los pobres y excluidos, parece dispuesta a comerse el mundo el día que entra en el instituto Wilson para estrenarse como profesora. Pero su clase lo único que espera es sobrevivir un día más; son un grupo multiétnico de adolescentes de los más variados orígenes. Lo único que parecen tener en común es el odio que se profesan entre sí y la intuición de que el sistema educativo se está limitando a almacenarlos en cualquier lugar antes de que tengan edad para desaparecer. Erin se empeña día tras día en ganarse a sus estudiantes pese a su obstinado rechazo a toda forma de participación en las clases.

Sin embargo, la actitud optimista de la maestra es una bofetada para los endurecidos alumnos, quizá peor que el cinismo o la indiferencia de los otros profesores. Un día la profesora intercepta un dibujo donde se insulta a un joven negro mediante la exageración de rasgos físicos. En un momento de inspiración, compara el dibujo con las caricaturas que los nazis hacían de los judíos y les menciona el holocausto. Para su sorpresa, la gran mayoría de sus alumnos desconoce la historia de la «solución final» nazi. A partir de ese momento, la maestra modifica el plan de estudio, y cambia «La Odisea» por «El Diario de Anna Frank».

Cuando los directivos de la escuela se niegan a pagar los nuevos libros y otras actividades que Gruwell planea, la profesora toma dos empleos adicionales para financiar su proyecto, lucha contra superiores y parientes, para quienes su nivel de compromiso resulta exagerado e inapropiado. Los jóvenes, en cambio, reaccionan positivamente al desprendimiento de la mujer, y se integran por completo.

Sabiendo que cada uno de sus estudiantes tiene una historia que contar, Erin les anima a que escriban un diario con sus pensamientos y experiencias. Los diarios de los chicos pronto dejan de ser deberes de clase y se convierten en un instrumento de afirmación vital. Cuando Gruwell les regala cuadernos para que hagan anotaciones diarias sobre su vida y pensamientos, los cuadernos se convierten en un remedio y pronto se llenan con el dolor y la angustia de los jóvenes. sin embargo, el contacto con sus estudiantes afecta a Erin en su familia y en su matrimonio.

 

Escribir para cambiar de conducta

Cuando Erin Gruwell conoció a sus alumnos, que la recibieron colocándose de espaldas a ella, decidió utilizar métodos no convencionales. la mayoría de los alumnos eran marginales, habías sido pasto de la segregación y el racismo, maltratados o víctimas de agresiones. Vio el paralelismo que había entre ellos y las víctimas de la segregación judía por la Alemania nazi y les habló de aquello. «No sabían lo que era el Holocausto. Traté de explicarles el paralelo que existía entre la discriminación y el dolor, pero no entendían estos términos. Todos ellos habían sufrido discriminación pero no lo entendían cuando lo veían expresado con palabras. Empecé a gritarles, perdí el control por primera vez. Ya no era una persona simpática y animosa. Al verme tan airada, tan llena de pasión, me miraron y empezaron a pensar que iba en serio.»

Hizo ver a sus alumnos lo que entre ellos tenían en común, pues todos tenían heridas de arma blanca o disparos, fruto de su recorrido por las calles, y lo que tenían así mismo en común con otros segregados. Fue entonces cuando se le ocurrió hablarles de «El diario de Ana Frank» y de otras historias sobre la intolerancia y las penalidades vividas por chicos jóvenes como ellos». Comenzaron a trabajar con todo tipo de textos y canciones, de poesía o de rap que ellos conocían o admiraban, hasta leyeron textos de Homero y Shakespeare, analizando similitudes con su propia vida. Les hizo ver que quien escribe, sea novelista o cantante, cuenta su propia odisea, y les animó a ellos a hacer lo mismo con su experiencia.

Erin Gruwell hizo llegar a los estudiantes periódicos, para que los tomaran como ejemplo y escribieran sobre noticias pasadas, presentes o futuras, sobre buenos tiempos, o malos. Cuando leía lo que los alumnos habían escrito se quedaba maravillada, por la calidad y el fondo de los artículos.

Les dio unos cuadernos para que se expresaran como quisieran, por medio de dibujos, poemas o un diario escrito. Los resultados fueron asombrosos: por primera vez aquellos chicos y chicas comprendieron el lugar que ocupaban en el mundo y vieron que había alguien dispuesto a escuchar lo que tenían que decir, se sintieron unidos por algo y, si antes no se soportaban entre sí, comenzaron a considerarse como una gran familia que les proporcionaba identidad y orgullo, y empezaron a llamarse a sí mismos «Los Escritores de la Libertad». Los estudiantes se convirtieron en escritores por la libertad. Por eso Erin decidió publicar un libro con la recopilación de los artículos, The Freedom Writers Diary, que fue editado en 1999.

Fue toda esta fuerza la que impresionó al director, y que la profesora no pretendía redimir a sus alumnos, sino que era una historia en la que profesora y estudiantes aprendían a colaborar y a respetarse mutuamente. Por eso se puso en contacto con su productora,  Stacey Sher, a la que animó en el proyecto, y la que decía posteriormente: «Hay todo un género de películas protagonizadas por curtidos profesores que les enseñan un par de cosas a los pobres chicos. Pero Erin es diferente, tiene un sentido de la armonía y la integración muy poco realista. La ecuación racial de la clase le hace poner los pies en tierra y son los chicos los que la enseñan a ser mejor profesora

 El valor pedagógico de diarios de la calle

A diferencia de otros métodos pedagógicos, Gruwell no crea materiales o manuales que enseñen al maestro a ser sincero, sensible o desprendido. Apenas lega algunos consejos. Escritores de la Libertad es el testimonio de un momento único, de un salón que fue laboratorio, donde profesor y alumnos aportaron accidentalmente los ingredientes de un experimento importantísimo, y no pudieron conservar la fórmula exacta.

Con el tiempo, las historias de los Escritores de la Libertad llamaron la atención de los medios de comunicación. Empezaron a viajar alrededor del país, presentando sus ideas sobre la educación al Secretario de Educación en Washington, D.C., aceptando premios y concertando entrevistas en diarios y televisión. Incluso, testificaron ante el Congreso, donde recibieron ovaciones de pie.

Erin Gruwell dice: «Mis estudiantes desean ser un catalizador para el cambio. Ellos dicen ‘Yo vengo de donde tú vienes y lo logré... porque aprendí a leer, aprendí a escribir y aprendí a retar a la autoridad. Aprendí de gente como Thoreau y Emerson a como ser independiente. Si eres independiente, tú lo puedes hacer.’ Esa es una de las virtudes que mis hijos tratan de darle a la gente, que ellos también lo pueden hacer.»

Cuando fue preguntada Erin Gruwell sobre cuáles eran sus héroes, ella respondió: «¡Eso es fácil! Miep Gies, quien salvó a Ana Frank, todos los Escritores de la Libertad originales, porque ellos eran esencialmente adolescentes quienes tuvieron la voluntad de poner sus vidas en la línea para todos nosotros, el adolescente que se paró delante del tanque en la plaza de Tianamen, Ana Frank, obviamente, y Zlata Filipovic... y pienso que cualquiera con la voluntad de pelear una buena lucha por las razones correctas».

Gruwell enseña ahora en la Universidad del Estado de California, Long Beach y ella está desarrollando un currículum de materiales para que otros profesores puedan ayudar a sus estudiantes a seguir el camino de Los Escritores de la Libertad. Está escribiendo un segundo libro, ayudando a terminar un documental sobre Los Escritores de la Libertad y realizando consultas sobre una película sobresaliente acerca de ella y los héroes de sus estudiantes. Su historia muestra cómo las acciones de una persona contra la violencia, pueden hacer rodar una pelota de nieve que se convierta en un movimiento para la tolerancia y la paz.

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